Usera (Madrid)

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Usera

Usera es uno de los 21 distritos de la ciudad de Madrid, compuesto por siete barrios: Moscardó, Almendrales, Pradolongo, Zofío, Orcasitas, Orcasur y San Fermín. Usera se ubica en el primer anillo periférico de Madrid y fue creado como distrito en la reestructuración municipal del año 1987, segregándolo de Villaverde, aunque la construcción de sus primeras viviendas se remonta a los años 1930, al amparo de las leyes de Casas Baratas. El distrito comenzó a crecer a partir de la década de 1960 con inmigrantes procedentes de zonas rurales del resto de España, sobre todo de las dos Castillas, Andalucía y Extremadura, y se desarrolló un nuevo tejido comercial y de servicios. Además de la autoconstrucción de casas, concurrieron diversas planeaciones de viviendas sociales: los poblados mínimos y agrícolas creados por el Instituto Nacional de la Vivienda antes de 1954 (carentes de equipamientos y en teoría para alojamiento temporal, y que dieron lugar a las zonas de Orcasur y Meseta de Orcasitas); el Plan Nacional de la Vivienda del año 1955 que preveía poblados dirigidos (en régimen de compra como el de Orcasitas o el de Almendrales, este último construido por la Obra Sindical en 1958) y los poblados de absorción (las UVAs, provisionales y en régimen de alquiler barato, sucesoras de los poblados mínimos y agrícolas, construidas en Orcasur y Meseta de Orcasitas); el programa de Remodelación de Barrios de finales de los años 1970; y el programa de Bolsas de Deterioro Urbano (1988-91) (Moya, 1997; Sambricio, 1999, 2004).

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Urbanísticamente, a finales de los años 1970 y principios de 1980, Usera era todavía un conglomerado de polígonos residenciales fragmentados, rodeados de descampados, con escasos equipamientos, servicios o zonas verdes. Las viviendas eran de poca calidad, por debajo de los estándares constructivos de la época y, en muchos casos, poblados chabolistas como el Rancho del Cordobés, la Meseta de Orcasitas, en la ladera del arroyo Pradolongo, o las Chimeneas. Con la transformación urbanística que supuso el Plan General de Madrid de 1985 llegó el equipamiento de la zona (deportivo, social, cultural, sanitario y escolar) y mejoró sustantivamente la vida del distrito. La planificación urbanística de Madrid en los años 80 y 90, gobernada por ayuntamientos progresistas, afectó más a la periferia que al centro, mediante centenares de actuaciones de tamaño pequeño o mediano más atentas a la resolución de problemas concretos (de vialidad, de vivienda, de equipamiento, etc.) que a gestos espectaculares en forma de unas pocas operaciones de prestigio (López de Lucio, 2011).

El proceso de ordenación urbana esbozado configuró la población del distrito, pues muchos de los habitantes de los núcleos chabolistas y de las casas de mala calidad fueron precisamente los que ocuparon la vivienda social remodelada. En el distrito se asentaron familias obreras que construyeron sus propias casas en las parcelitas que compraban, población gitana en varias zonas (destacando Orcasur), y cierto tejido representativo de las clases medias del tardofranquismo: propietarios de comercios, hostelería y pequeñas empresas de producción industrial asentadas en las cercanías.

Todo ello llevó a que Usera se considerase un barrio popular, autodenominado obrero, que pasó de acoger inmigrantes del mundo rural a ser actualmente uno de los principales territorios de acogida de la inmigración extranjera desde finales del siglo pasado. A 1 de enero de 2022, según el padrón municipal, un 23,9% de la población es extranjera y un 35% nacida en el extranjero, destacando Pradolongo, uno de sus barrios, donde prácticamente el 50% de la población residente es de origen extranjero. Su historia es un ejemplo de lucha política democrática, de organización comunitaria, movimiento vecinal, participación ciudadana y acción socioeducativa a la vez que la de un repositorio de problemáticas sociales asociadas a la precariedad económica, la marginación, la droga y la exclusión social que ha llevado a estigmatizar el territorio y sus habitantes.
En Usera, actualmente, la inmigración se identifica con una pujante y visible comunidad china que se concentra mayoritariamente en los barrios de Almendrales y Pradolongo, con una intensa actividad mercantil en la zona circundante a las calles Marcelo Usera y Dolores Barranco – almacenes, tiendas, bazares, oficinas y oferta de servicios diversos -, que muestra lógicas comerciales contrapuestas pero complementarias: establecimientos dirigidos exclusivamente a la población china que coexisten con otros dirigidos a la población en general. Sin embargo, a pesar de la visibilidad del llamado “Chinatown madrileño”, la suma de la población latinoamericana sigue siendo mayoritaria en el distrito, lo que se percibe en la existencia de comercios y lugares menos visibilizados identificados fundamentalmente con Bolivia (se llega a hablar de Usera como “la pequeña Bolivia” en Madrid), Colombia y Perú: restaurantes como La Perla Boliviana, salas de fiesta latinas, las canchas deportivas de Almendrales, espacios públicos como el parque de Pradolongo, todos ellos entrecruzados en los mismos espacios que habitan y utilizan tanto la población china como la autóctona.
La identidad local de Usera se encuentra en proceso de transformación. Aunque tradicionalmente se haya autodenominado barrio obrero, la presencia migrante y la transformación urbana del comercio y la estética etnificadas han favorecido que la identidad del distrito evolucione hacia una Usera diversa, multicultural y digna. La percepción externa suele ser negativa y estigmatizadora, relacionándola habitualmente con el gueto, la inseguridad, violencia y delincuencia, en sintonía con la imagen de barrio marginal que surgió hace décadas. Emerge, sin embargo, una visión positiva ligada a la presencia china por la relevancia de la celebración del Año Nuevo Chino o el reclamo de los restaurantes a los que acuden personas con mentalidad cosmopolita y gustos refinados, receptivas a la diversidad cultural.

La situación de convivencia en Usera se puede calificar como de coexistencia y de convivencia distante, con muchos puntos de encuentro en la cotidianidad de la vida (el comercio, los centros escolares, los espacios y servicios públicos, parques, plazas, la parroquia…) aunque en ellos también se observa una heterogeneidad de relaciones (grupos mixtos por origen a la par que otros claramente etnificados que coexisten en el mismo espacio) con algunas situaciones de segmentación social (menor presencia de población china, actividades diferenciadas según origen como el ecuavoley, fiestas de cumpleaños, juegos, ensayos de folklore…) o incluso de segregación como la distribución desigual de alumnado en las escuelas, por ejemplo.

Todo esto se produce en la expansión de la ciudad neoliberal que es Madrid y los procesos de gentrificación y relegación que la acompañan, haciéndose notar en zonas en las que se percibe la precarización y la extensión de situaciones de riesgo de exclusión social, y otras áreas donde se intensifica un proceso de gentrificación larvado desde hace años, claramente visible en zonas como Madrid Río y las calles del imaginado Chinatown. En resumen, existe una sociabilidad que combina coexistencia y convivencia aun con cierta polarización entre grupos sociales, y la integración social de la población de origen extranjero es buena y es bidireccional. Mayoritariamente se reconoce de modo positivo la diversidad sociocultural aunque la cotidianidad no está exenta de tensiones, mayores que en otras áreas urbanas de la ciudad de Madrid, tanto porque haya personas y sectores sociales reticentes a esta diversidad, como por conflictos, disputas y casos de agresiones y violencia.

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Usera es uno de los 21 distritos de la ciudad de Madrid, compuesto por siete barrios: Moscardó, Almendrales, Pradolongo, Zofío, Orcasitas, Orcasur y San Fermín. Usera se ubica en el primer anillo periférico de Madrid y fue creado como distrito en la reestructuración municipal del año 1987, segregándolo de Villaverde, aunque la construcción de sus primeras viviendas se remonta a los años 1930, al amparo de las leyes de Casas Baratas. El distrito comenzó a crecer a partir de la década de 1960 con inmigrantes procedentes de zonas rurales del resto de España, sobre todo de las dos Castillas, Andalucía y Extremadura, y se desarrolló un nuevo tejido comercial y de servicios. Además de la autoconstrucción de casas, concurrieron diversas planeaciones de viviendas sociales: los poblados mínimos y agrícolas creados por el Instituto Nacional de la Vivienda antes de 1954 (carentes de equipamientos y en teoría para alojamiento temporal, y que dieron lugar a las zonas de Orcasur y Meseta de Orcasitas); el Plan Nacional de la Vivienda del año 1955 que preveía poblados dirigidos (en régimen de compra como el de Orcasitas o el de Almendrales, este último construido por la Obra Sindical en 1958) y los poblados de absorción (las UVAs, provisionales y en régimen de alquiler barato, sucesoras de los poblados mínimos y agrícolas, construidas en Orcasur y Meseta de Orcasitas); el programa de Remodelación de Barrios de finales de los años 1970; y el programa de Bolsas de Deterioro Urbano (1988-91) (Moya, 1997; Sambricio, 1999, 2004).

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Urbanísticamente, a finales de los años 1970 y principios de 1980, Usera era todavía un conglomerado de polígonos residenciales fragmentados, rodeados de descampados, con escasos equipamientos, servicios o zonas verdes. Las viviendas eran de poca calidad, por debajo de los estándares constructivos de la época y, en muchos casos, poblados chabolistas como el Rancho del Cordobés, la Meseta de Orcasitas, en la ladera del arroyo Pradolongo, o las Chimeneas. Con la transformación urbanística que supuso el Plan General de Madrid de 1985 llegó el equipamiento de la zona (deportivo, social, cultural, sanitario y escolar) y mejoró sustantivamente la vida del distrito. La planificación urbanística de Madrid en los años 80 y 90, gobernada por ayuntamientos progresistas, afectó más a la periferia que al centro, mediante centenares de actuaciones de tamaño pequeño o mediano más atentas a la resolución de problemas concretos (de vialidad, de vivienda, de equipamiento, etc.) que a gestos espectaculares en forma de unas pocas operaciones de prestigio (López de Lucio, 2011).

El proceso de ordenación urbana esbozado configuró la población del distrito, pues muchos de los habitantes de los núcleos chabolistas y de las casas de mala calidad fueron precisamente los que ocuparon la vivienda social remodelada. En el distrito se asentaron familias obreras que construyeron sus propias casas en las parcelitas que compraban, población gitana en varias zonas (destacando Orcasur), y cierto tejido representativo de las clases medias del tardofranquismo: propietarios de comercios, hostelería y pequeñas empresas de producción industrial asentadas en las cercanías.

Todo ello llevó a que Usera se considerase un barrio popular, autodenominado obrero, que pasó de acoger inmigrantes del mundo rural a ser actualmente uno de los principales territorios de acogida de la inmigración extranjera desde finales del siglo pasado. A 1 de enero de 2022, según el padrón municipal, un 23,9% de la población es extranjera y un 35% nacida en el extranjero, destacando Pradolongo, uno de sus barrios, donde prácticamente el 50% de la población residente es de origen extranjero. Su historia es un ejemplo de lucha política democrática, de organización comunitaria, movimiento vecinal, participación ciudadana y acción socioeducativa a la vez que la de un repositorio de problemáticas sociales asociadas a la precariedad económica, la marginación, la droga y la exclusión social que ha llevado a estigmatizar el territorio y sus habitantes.
En Usera, actualmente, la inmigración se identifica con una pujante y visible comunidad china que se concentra mayoritariamente en los barrios de Almendrales y Pradolongo, con una intensa actividad mercantil en la zona circundante a las calles Marcelo Usera y Dolores Barranco – almacenes, tiendas, bazares, oficinas y oferta de servicios diversos -, que muestra lógicas comerciales contrapuestas pero complementarias: establecimientos dirigidos exclusivamente a la población china que coexisten con otros dirigidos a la población en general. Sin embargo, a pesar de la visibilidad del llamado “Chinatown madrileño”, la suma de la población latinoamericana sigue siendo mayoritaria en el distrito, lo que se percibe en la existencia de comercios y lugares menos visibilizados identificados fundamentalmente con Bolivia (se llega a hablar de Usera como “la pequeña Bolivia” en Madrid), Colombia y Perú: restaurantes como La Perla Boliviana, salas de fiesta latinas, las canchas deportivas de Almendrales, espacios públicos como el parque de Pradolongo, todos ellos entrecruzados en los mismos espacios que habitan y utilizan tanto la población china como la autóctona.
La identidad local de Usera se encuentra en proceso de transformación. Aunque tradicionalmente se haya autodenominado barrio obrero, la presencia migrante y la transformación urbana del comercio y la estética etnificadas han favorecido que la identidad del distrito evolucione hacia una Usera diversa, multicultural y digna. La percepción externa suele ser negativa y estigmatizadora, relacionándola habitualmente con el gueto, la inseguridad, violencia y delincuencia, en sintonía con la imagen de barrio marginal que surgió hace décadas. Emerge, sin embargo, una visión positiva ligada a la presencia china por la relevancia de la celebración del Año Nuevo Chino o el reclamo de los restaurantes a los que acuden personas con mentalidad cosmopolita y gustos refinados, receptivas a la diversidad cultural.

La situación de convivencia en Usera se puede calificar como de coexistencia y de convivencia distante, con muchos puntos de encuentro en la cotidianidad de la vida (el comercio, los centros escolares, los espacios y servicios públicos, parques, plazas, la parroquia…) aunque en ellos también se observa una heterogeneidad de relaciones (grupos mixtos por origen a la par que otros claramente etnificados que coexisten en el mismo espacio) con algunas situaciones de segmentación social (menor presencia de población china, actividades diferenciadas según origen como el ecuavoley, fiestas de cumpleaños, juegos, ensayos de folklore…) o incluso de segregación como la distribución desigual de alumnado en las escuelas, por ejemplo.

Todo esto se produce en la expansión de la ciudad neoliberal que es Madrid y los procesos de gentrificación y relegación que la acompañan, haciéndose notar en zonas en las que se percibe la precarización y la extensión de situaciones de riesgo de exclusión social, y otras áreas donde se intensifica un proceso de gentrificación larvado desde hace años, claramente visible en zonas como Madrid Río y las calles del imaginado Chinatown. En resumen, existe una sociabilidad que combina coexistencia y convivencia aun con cierta polarización entre grupos sociales, y la integración social de la población de origen extranjero es buena y es bidireccional. Mayoritariamente se reconoce de modo positivo la diversidad sociocultural aunque la cotidianidad no está exenta de tensiones, mayores que en otras áreas urbanas de la ciudad de Madrid, tanto porque haya personas y sectores sociales reticentes a esta diversidad, como por conflictos, disputas y casos de agresiones y violencia.

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